Formábamos un épico terceto
y de repente un día, de pronto,
se nos unió el cuarto tonto,
a sumar un patético cuarteto.
De esta manera sutil y aviesa,
ya no somos solo tres tristes
tontos,
nos sentamos cuatro tontos tristes,
de categoría, honrando la mesa.
¿Cuál de los cuatro ha cocinado?
Más tristeza, pero mayor pereza,
he sido yo, el que ha trabajado.
¡Comed ansiosos tristes gilipollas!
¡mirad con ojos bobos el cocido!
no vaya ser que os quite la olla.
10 de septiembre de 2012